domingo, 20 de abril de 2014

LA ORATORIA: PRÁCTICA CONSTANTE

ORATORIA Oratoria es el arte de expresarse en público por medio de la palabra; arte que obedece a reglas intelectuales, Morales y materiales. No debe confundirse con elocuencia, que es una facultad, mediante la cual, valiéndose de la palabra, el hombre convence, persuade y deleita. La elocuencia es, pues un don; la oratoria es un arte. La elocuencia (un don), ha existido siempre; pero el arte de la oratoria sólo ha podido cultivarse en épocas favorables. Por eso, el primer pueblo que contó con grandes oradores de ser un pueblo «libre»: el griego. ¡Recuerda! Cuadro de texto: • “Escucha mucho y luego realiza”. • “Es mejor ser buen oidor y no gran hablador”. • “Dios dotó al hombre de una lengua y dos oídos, para que oiga el doble de lo que hable”. • “Para saber hablar bien es preciso primero saber escuchar”. FALCÓN VERA, N. ORGANIZACIÓN. Estructura del Discurso Después de los muchos modos de dividir un discurso a través de los tiempos, por costumbre y simpleza, se ha dividido en tres partes: exordio (llamado también inicio o despegue), cuerpo (medio o columna), conclusión (Perorata o remate). El DESPEGUE (exordio): Abrir la boca para articular nuestras primeras palabras frente al público, es el resultado de un largo proceso de preparación. Es más, antes de abrir la boca habremos ganado o perdido aceptación del respetable, pues la comunicación es total: gestual (nos expresamos con todo el cuerpo) y oral. Mucho tiene que ver «el aspecto físico del expositor». Dicen los muchachos que quien da el primer golpe gana. Con relación al discurso, Aristóteles decía: «El comienzo es más que la mitad del todo». LA COLUMNA (EL CUERPO) Esta es la parte capital de todo discurso. Esta conformada por la columna. Aquí se plantea el tema que vamos a tratar y sus pormenores, alternativas, etc.; de tal suerte que el público pueda reflexionar conforme a su información y experiencia, en la medida que exponga el conferencista; pues, la oratoria es el arte de reflexionar frente al público, con el público y para el público. La columna es como nuestra « agenda diaria». En ella se plantea, en forma ordenada, sistematizada, los puntos imprescindibles que hemos de tratar, para que el mensaje llegue al público en la medida que nuestras reflexiones, sensaciones y emotividad, la han planteado. EL REMATE (CONCLUSIÓN) En esta parte se recapitula todo lo expuesto y se procura mover los afectos y voluntades. Se asegura que, nuestro objetivo, obtenga respuesta positiva del público. Así como el despegue, el modo de presentarnos de iniciar la exposición es vital para ganar atención y afectos del público, el remate, a más de asegurar se alcance el objetivo predeterminado, amablemente, sellará nuestra intervención, proponiendo, difundiendo o fomentando una acción determinada público, siempre, quiere recibir algo del expositor. RECOMENDACIONES ¿QUÉ HACER PARA HABLAR BIEN? Para tener una elocución firme y clara es importante: Adquirir seguridad. Ser claro y preciso. Saber sostener una controversia. Hablar con atractivo. Producir buena impresión. Influir en los otros. Hablar con autoridad. ADEREZOS DE LA EXPOSICIÓN ORAL A menudo escuchamos exposiciones que son interesantes pero que demandan un gran esfuerzo de concentración para gustarlas. Hay otras que, entretienen, pero son infértiles. Como en la culinaria, sólo los ingredientes básicos no prestigian un potaje. Es el aderezo lo que hace más famoso al cebiche o al arroz con pato. Las consejeras en la cocina en la televisión dicen: «Un diente pequeño de ajos», «Una pizca de cominos», «Media cucharada de ají», etc. Se preocupan por el tipo de aliño y mucho por la cantidad. El humor, por ejemplo, es buen aliño, pero, hay que usar sólo una «pizca». La sobremedida malogra el potaje-discurso. Los sazonadores se emplean en cualquier parte del discurso (exordio, cuerpo o conclusión). Una pregunta que no espera respuesta, así como una sentencia, afirmación, son muy recomendables. Para que logre efecto, una vez enunciadas, hay que hacer una pausa, para permitir que el público reflexione con el orador. Las pausas son muy útiles. La gente agradece al orador que, antes de abrir la boca, piensa. Para su tranquilidad, le recordamos que la comunicación es total: Gestual-Oral. Detener a la palabra (pausa) no es romper la comunicación; pues todo nuestro cuerpo; gestos y ademanes, siguen en contacto con el público, generando más interés sobre lo que se diga seguidamente. El refrán popular no debe ser descartado. Su empleo debe ser oportuno y pertinente. Leer un texto seleccionado (breve), de autor conocido, es avalar nuestros pensamientos y persona. En estos casos, la inteligencia recomienda mostrar el libro, subrayar el nombre del autor e indicar nombre de la editora responsable para el caso que deseen adquirirlo. Hacer referencia al pensamiento o persona de alguien que esté entre el público, permite establecer una muy buena cadena de comunicación entre las personas del público y el orador.

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